14.12.09

escribo

Supongo que cierta opresion, sutil censura que me aquejo, desciende en la escritura en todo momento. Este momento en que presumo un otro, hostil, leyendo estas palabras. Lo hostil de ser un cuerpo separado del mio, un extraño, un extranjero en mi selva.
Escribir para mi, escribo en sueños, lúcidos y de los otros. Escribir; ese afan de ser leido; de ser encontrado, en aquellas pistas dejadas con cuidado tras la marea de palabras enjambrosas que parecen siempre, pretender decir otra cosa.
Pero ahí están, sigilosamente depositadas las pistas, los signos, los guiños.
Detrás de aquella marea de hostilidad que es la palabra escrita, un respiro, un amuleto que significa algo, atesorante.
Desconfio de las palabras. Desconfío de su incapacidad de significar siempre lo mismo. Desconfío pero me abandono a ello, sumergida me deleito.

La censura marca mi texto.
Solo yo lo veo.
Escribo en el aire lo que nunca será leído.
Y pronto olvidado.

Los huespedes nunca deben olvidar que lo que digan será medido en onzas de fuego.
Ser huesped.

No.


Me llevo la llama, a lo lejos, cuando todos duermen.
Intento evitar mi reflejo en la ventana.
Derramo el texto.
Aquí estoy.

Si no escribo me miento.
Pero cuando se lea no se encontrara verdad alguna.

No hay comentarios.: