14.5.08

cuaderno onírico H2O

0.1

Una fuente. El fresco humedo de una plaza abatida por lo potencial de la natura. Jardines colgantes de un verde espesor ignoto. El cielo, indigo. No hay estrellas, solo una gran luna omnipresente y complice. Su luz descubre cada pequeño detalle de las edificaciones vestidas de verde.

Solo la fuente permanece indemne. Sus aguas han dejado de correr ya, pero se mantienen estáticamente cristalinas en el circular aposento de su estéril cause.

Paisaje mudo. Calma. Desde lo alto los alvores arquitectónicos griegos se manifiestan bajo las sabanas de hierba. El brillo lunar, cada vez más igneo, como si quisiese asemejarse al sol.

0.2

Una pileta rectangular cercada en medio de la ciudad. Parece una fuente rectangular. Mide apróximadamente 50 metros de largo por quince metros de ancho. Sus aguas, de un celeste transparente, en plena quietud. Rodeando el predio, una vereda de pasto, que linda con 4 calles que lo recortan.

A lo lejos, un edificio de fachada también rectangular. Parece un shopping iluminado bajo una tenue luz de madrugada.

0.3

Una pileta en un pequeño jardín familiar junto a una medianera forrada de enredaderas. La pileta está vacía. Se pueden ver azulejos blancos de baño que la revisten internamente. Cerca del borde de la zona profunda se pueden vislumbrar unos símbolos poco nítidos inscriptos sobre los azulejos. No son muchos y se encuentran cerca del ángulo derecho de la estéril piscina.

0.4

Pileta olímpica techada. Ella nada hacia lo hondo cuando siente que alguien la ata y la sumerge. Sabe que va a morir ahogada. Muere, y ese tránsito entre la vida onírica a la muerte, implica el despertar. La muerte onírica como despertar a la vigilia. ¿Acaso cuando morimos en este plano de vigilia, nos despertamos en otro estado de conciencia?

0.5

Casa junto al mar con ventanales que permiten ver la playa a pocos metros. Ella en la cocina. Hay otras personas en la casa también. El mar, de su cotidiano deambular, empieza a crecer. Una ola gigante de unos 50 metros de altura se acerca hacia ella que mira paciente el espectaculo. La gran masa de agua rompe contra los vidrios destrozandolo todo. Nada queda, salvo ella, de pie ante el acontecimiento.
0.6
Ola Gigante.

El sol que achina ojos
Y una orilla...
Ella y él... la arena.
Sus manos

Como si en los veranos el sol supiese cegar de blanco
Y a las manos revolcarlas en arena mojada
Escarbo la parva de conchillas limadas
Como un ciego... como un loco.

Ella y él
las manos rebosadas
y un castillo.

El mar sabe acercarse
y alejarse con gracia.
El castillo se ensalza, se decora, se...



Castillo de arena
Efímera esperanza
De complacencia eterna
Te derrites como polvo
Marea que consume
Que se duerme y te destierra

Los ojos de ella Ven.
Ven la ola
Ven.

Es cuestión de aguantar el aire... de...
saber respirar Cierro los ojos.
Splash!
Él ya no está.
Nadie en el mar.
Ni castillo que atravesar. Desierto solo y el mar que tirita, se descongestiona,
Mientras ella camina
sola.



0.7

Orilla del mar. Olas. Un desconocido le enseña a ella a surfear las olas. Ella logra pararse en la tabla, agarrar la ola a una buena velocidad y surfearla hasta desembocar en la orilla elegantemente.

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Para verlo en su marco original: cuaderno onírico

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