“Fotografiamos cosas para ahuyentarlas del espíritu.
Mis historias son una forma de cerrar los ojos.”
Mis historias son una forma de cerrar los ojos.”
Franz Kafka
Fotos: Belén Asad
Textos: Diego Singer
Dicen que lo que tienta es la piel, que es el cuerpo. Que allí somos llamados, que hacia allí volvemos. Que buscamos la comunión en la complicidad de la desnudez, como un abandono mutuo e informe en el extenso territorio de la piel, en su cartografía. Ver los torsos, ver la piel, esa es la trampa, porque ella es ceguera, confusión de los contornos y de los múltiples planos de lo epidérmico, invitación a la oscuridad.
Dicen, también, que la mirada es lo profundo. Que es así, que somos incapaces de sostenerla con nuestros propios ojos, tal sería su pesada carga. Están también éstos, los muchos que erróneamente creen que la mirada –la que se indica a sí misma, la que evidentemente no puede ocultarse- es la tentación. De ese lugar deberíamos querer huir, de la maldición de ser mirados, del juego especular de la reflexión.
Habladurías. No es en la superficie de la piel, no en la profundidad de la mirada donde aparece la tentación. Ella está en lo que irremisiblemente retorna. En la insistencia de lo que aparece sin descanso atravesando las arquitecturas que deberían protegernos: puertas, ventanas, muros, persianas. Aquello que retorna puede estar en cualquier plano, no aquí o allá, superficial o profundo, no, su majestad es el poder de lo ubicuo. Lo que nos acecha –la tentación- no puede estar nunca en uno u otro lado. Un fantasma es aquel que ya no está pero es sobre todo aquel que no abandona jamás su morada.
Dirá Derrida velando en uno de sus textos a Roland Barthes: “Ese concepto del fantasma es tan poco aprehensible, en persona, como el fantasma de un concepto. Ni la vida ni la muerte, sino el asedio de uno por el otro”. Todo aquello que va tomando forma, que se deja entrever una y otra vez, como una mancha de humedad en la pared cada vez distinta, única, la misma. Allí donde no la esperamos, allí donde anhelamos reencontrarla.
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